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Los tejados y la memoria

A mediados del siglo XX, hace apenas unas décadas, cuando ya se avizoraba la globalización actual, parecían exóticos aquellos que decían que la universalización de la cultura era una de sus peores consecuencias.

Tenían razón. Los 60´s pusieron de moda el rock, los bluyines y la minifalda. Y la juventud, en todas las latitudes, empezó a cantar canciones en inglés y a asumir comportamientos ajenos a su idiosincrasia.

Y empezamos a avergonzarnos de nuestras tradiciones, de nuestras raíces, de nuestra cultura y a pensar que lo foráneo era lo mejor. Poco a poco fuimos perdiendo la identidad.

Ya nuestro entorno no nos dice nada. Y queremos vivir en conjuntos residenciales en los que si algo nos identifica es el ser anónimos. Despreciamos las casas de los abuelos con sus portones con aldaba y sus pisos de ladrillo. Y el naranjo en medio del patio adornado con flores de todos los colores y la pila y la cocina grande que se convertía en el sitio de encuentro de las mujeres y los niños.

Los socorranos olvidamos que los tejados pertenecen a nuestra historia. Ellos, junto a las torres de la catedral y la cordillera majestuosa que nos protege y nos cuida, completan el espectáculo maravilloso que poco a poco se deteriora.

A la catedral ya la estamos recuperando, pero el inexorable paso de los años y, quizá, el desconocimiento del valor histórico y cultural de quienes toman decisiones, ha permitido que se destruyan las casas y los tejados que se construyeron dentro de los planos ortogonales que los colonizadores impusieron en América. En esta cuadrícula española las poblaciones se desarrollaban alrededor de la plaza, un módulo sin edificar en cuyo entorno se ubicaban la iglesia, la casa cural, las instituciones político administrativas y las casas de los personajes más importantes del pueblo.

Sólo en el siglo pasado, del Parque de la Independencia desaparecieron casi todas las edificaciones que le daban un aire medieval y esa imagen entre romántica y nostálgica al Socorro. La malinterpretada idea de progreso, a veces, y a veces la fatalidad, destruyeron las casas de la Presidencia del Estado Soberano de Santander, el club del Socorro, la Escuela Industrial, la casa de Franky donde estaban instaladas las oficinas del poder judicial, la Cervecería Alemana, la casa de Francisco Linares, la alcaldía y la cárcel. Hoy solo se conservan la casa de Berbeo, la casa cural y la casa de la familia Gómez Moreno.

Parece una paradoja, pero son los jóvenes los llamados a detener la destrucción lenta pero segura del Socorro. Y son los mayores los que deben asumir la tarea de darles a conocer la importancia de conservar lo que queda, de enseñarles a apreciar la belleza de su territorio.

Dicen que no se ama lo que no se conoce. Son los padres de familia, los maestros, las organizaciones sociales quienes deben asumir este compromiso. Si los jóvenes no aman su pueblo, nunca defenderán sus herencias culturales y arquitectónicas.

Y no serán ellos los culpables.

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Las penas de José

Me duelen tus penas Socorro querido

lacera mi alma lo que te ha pasado

no puedo mirarte con el rostro herido

pues no has cometido jamás un pecado.

José A. Morales

Cuentan que los versos que sirven de epígrafe a este editorial los escribió José A. Morales en 1.973, al día siguiente del incendio del Socorro, dimensionando el desastre desde el balcón de la Casa de la Cultura.

Algún cantor de estos tiempos, mirando pasar la vida sentado en un taburete en la puerta de su casa, quizá piense en las otras penas del pueblo.

El teatro Manuela Beltrán que por décadas fue la ventana por la que se asomaban al mundo los socorranos, hoy es objeto de un proceso de remodelación que parece no terminar. El Hotel Tamacara, primera gran obra con vocación turística, es testimonio crudo de la desidia de algunos gobernantes. El edificio de Telecom, construido quizá en la mejor esquina del pueblo, sin consultar su entorno arquitectónico, se convirtió en privilegiado observatorio de las palomas del parque.

En nuestra Catedral, después de una lucha de años de organizaciones cívicas y sociales, entre las que se reconoce el liderazgo de la Fundación, se iniciaron las obras de primeros auxilios. Es necesario sumar muchas voces para que los gobiernos local, departamental y nacional apropien recursos para su recuperación total.

Y hay que decirlo con tristeza: cuando se camina por sus calles ya no se siente la herencia de los comuneros que tanto nos identificó y es muy probable que niños y jóvenes ya no canten el Himno del Socorro, completo, con el fervor y la reverencia con que lo hicimos los mayores.

Acaso nuestro poeta quiera escribir un bambuco para cantar sus penas. O, tal vez, una tragedia.

Pero hay que pensar con visión de futuro. La variante que permitirá sacar el tráfico pesado que atraviesa el municipio, será también la oportunidad para recuperar las calles plateadas de los sueños del poeta, para restaurar el patrimonio arquitectónico, para recrear la socorranidad perdida, para construir un mejor mañana.

Y tendrán que aparecer liderazgos que inscriban al Socorro en el siglo XXI. Unas administraciones que desarrollen el concepto de ciudad región, resolviendo juntos problemas comunes de educación, salud, recreación y trabajo. Que construyan, al fin, una terminal de transportes digna de los nuevos tiempos y un matadero municipal moderno y eficiente. Que prioricen la conservación de la riqueza arquitectónica. Que ofrezcan educación de calidad que invite a quedarse, no a emigrar.

Esta es la dimensión del reto. Para lograrlo quedan los socorranos, esos miles de hombres y mujeres que trabajan cada día para brindar un mejor futuro a sus familias, que cumplen con su deber, que respetan los bienes públicos, que todavía oyen bambucos, que están dispuestos a hacer realidad el Socorro que soñamos.

Sólo necesitamos trabajar con ellos y para ellos.

A manera de balance

El Club del Comercio Socorro, testigo de tantos acontecimientos importantes durante buena parte del siglo XX, fue el escenario en el que la Fundación Socorranos en Acción impuso la condecoración Socorrano Meritorio a los doctores Hernán Porras Díaz y Jorge Gómez Duarte por sus muy importantes aportes al desarrollo de la provincia comunera y particularmente del sector educativo de la región.

La Junta Directiva y el Comité de Actividades Locales lideraron el evento que, además, permitió el reencuentro con los amigos, las siempre gratas añoranzas de otros tiempos y la expresión de las ideas de futuro para la ciudad, en medio de una velada cultural con música de la tierra y una copa de vino.

La sorpresiva presencia entre nosotros de Tulia Inés Gómez Porras, iluminó el recinto y la celebración. Su nombre, su historia y su amor por el Socorro se recrearon en la memoria de los asistentes, como en un sueño, para reconocer que, si actuamos con su voluntad y su determinación, un futuro mejor es posible.

No hay duda de que ella es un símbolo de la socorranidad: Siempre atenta a colaborar en la solución de nuestras necesidades, siempre dispuesta a buscar apoyos dondequiera que esté, siempre activa, siempre bella. 

Muy reconocida por todos, además, fue la exaltación que se hizo al ingeniero Julio Alfonso Martínez Molina, coordinador de la sede Socorro de la UIS, por su compromiso con el desarrollo académico y social de la Universidad, por su incansable trabajo en la búsqueda de oportunidades para la juventud comunera y por su permanente apoyo a nuestros proyectos. Desde aquí le reiteramos nuestra admiración por su liderazgo y su servicio a la comunidad.

Estamos cumpliendo con las metas propuestas, nuestra presencia en el Socorro es permanente y útil y nuestro compromiso irrenunciable.

Más Aulas para el Socorro

Por considerar importante para los asociados de la Fundación y para todos los socorranos, a continuación se presenta el discurso pronunciado por nuestra presidenta Sylvia Rugeles de Rugeles en el acto de condecoración de los doctores Hernán Porras Díaz y Jorge Gómez Duarte.

“La inauguración del nuevo Edificio de Aulas de la Universidad Industrial de Santander, sede Socorro, es una doble oportunidad que tenemos como Fundación Socorranos en Acción, de pensar en las generaciones que nos antecedieron y en las que construirán el futuro de la patria.

Nos evoca los tiempos en que la economía de la región se basaba en el cultivo del tabaco, en medio de grandes limitaciones de nuestros campesinos, arañando las breñas de la cordillera y formando el carácter del que tanto nos enorgullecemos.

Nos evoca el caney en el que se colgaban las hojas para secar. Y a nuestros hombres y mujeres, ensartando tabaco para llevar a la Colombiana, en jornadas nocturnas que significaban también momentos de encuentro y de socialización.

Esta es la herencia que recibimos de nuestros abuelos, estos son los tesoros que cargamos en nuestras alforjas: el amor a la tierra, al trabajo duro, al sacrificio infinito por nuestras familias y por nuestro entorno.

Esta es la herencia que recibimos quienes, el 16 de marzo de 2001, en la Casa de Bolívar de Bucaramanga, constituimos la Fundación Socorranos en Acción, organización que estaba comprometida desde antes con la lucha por esta tierra y por su reconocimiento y grandeza. Hemos estado siempre dispuestos a colaborar con organizaciones públicas o privadas que se interesan por el Socorro. Hemos tenido éxitos y a veces hemos visto frustradas nuestras intenciones en medio de la maraña burocrática y el desinterés de algunos.

En este nuevo periodo de la Fundación contamos con la fortuna de que la Universidad Industrial de Santander, siempre apoyando al Socorro, suscribió con nosotros un convenio marco que nos ha permitido colaborar en proyectos visionarios, en los que contribuyen directivos, profesores y personal administrativo.

La llegada de la UIS al Socorro ha marcado un hito en nuestra historia, comoquiera que no solo ha permitido que los jóvenes de la provincia tengan acceso a la formación profesional, sino que ha construido una sede que enorgullece a propios y foráneos, la cual se complementa con el emblemático edificio que se inaugurará mañana.

En 1998 la Fundación creó la orden Socorrano Meritorio para reconocer a quienes han engrandecido la historia de nuestro pueblito viejo y la provincia comunera con sus grandes ejecutorias. Esta condecoración ha sido entregada, entre otros, al maestro Oscar Rodríguez Naranjo, a los Generales Teodoro Campo Soto y Tobías Duran Quintanilla, al historiador Armando Martínez Garnica, y hoy nos enorgullecemos de entregarla a los doctores Hernán Porras Díaz y Jorge Gómez Duarte por sus grandes aportes en el establecimiento y desarrollo de la Sede UIS del Socorro.

Allí se forman los socorranos del mañana, allí reciben la posta para construir un futuro mejor, allí ponen en evidencia su capacidad de trabajo y de estudio, allí engrandecen su alma noble y fortalecen su temperamento.

Gracias doctores Hernán Porras y Jorge Gómez: Este es un territorio fértil para demostrar que la educación es el antídoto contra la pobreza y la oportunidad de construir sociedades felices.”

¡Qué ejemplo de ciudadanía!

Lo sabemos desde siempre. Después de la curva de la Virgen aparecen las torres de la catedral, erguidas, lanzadas al cielo con vocación de eternidad.

Es como regresar a los brazos de la madre, como recuperar el aroma de la arepa mañanera de los años de colegio, como recobrar imágenes perdidas en la memoria, como recrear voces, palabras y emociones del pasado. Es la vida, la vida que está ahí por siempre. Es la nostalgia que nos trae de regreso, para recargarnos de ganas de luchar.

Y después los bambucos y los pasillos de José y de los otros. Y Pedro Nel y José Luis, los decanos, los maestros. Y Domingo y Álvaro, músicos prodigiosos y laureados.  Y la muchachada excelsa y virtuosa como sus maestros: Mario y Yeimy, Kiara, César, Jonathan, Nicolás, Carlos.

Como en el Olimpo.

El Socorro de fiesta: veteranos artistas engalanando el concurso en homenaje al Cantor de la Patria, compositores dispuestos a enriquecer la música nuestra, jóvenes intérpretes buscando la gloria y el reconocimiento de sus paisanos. Y las muchachas luciendo el vestido bonito, y sus galanes, altivos y presumidos, acompañándolas orgullosos.

En el parque. Como siempre. Testigo de contiendas por la libertad y de paseos domingueros de amores adolescentes y de encuentros furtivos. Con Antonia abanderada, comandando las luchas comuneras, las de ayer y las de hoy. Vigilante, decidida. 

Todos estábamos ahí, como en una ceremonia, como en un ritual de amor al Socorro. Reconociéndonos en el otro, el otro, a quien acaso vemos por primera vez, pero nos reconocemos en su sonrisa, en su historia, en sus ideas de futuro.

Y el policía dispuesto a colaborar en lo que haga falta. Oyendo bambucos. Cantando en voz baja a la lunita consentida, porque también es suya, acaso porque también es la de sus hijos. Como en el pasado.

Y las tiendas y las cafeterías, abiertas para todos, vendiendo barato, atendiendo bien porque es la fiesta de la casa. Con desprendimiento, con humildad, con alegría.

Portándonos bien. Sin estridencias, sin resentimientos, sin sobresaltos, sin diferencias.

Este es el Socorro que queremos: el que pertenece a nuestros afectos y el que deseamos que permanezca por siempre. 

P. S.1. La celebración del XXVIII Concurso Nacional de la Canción Inédita José A. Morales, además de ser un reconocimiento a su memoria, se constituyó en un acto de ciudadanía que es importante resaltar. Esta es la socorranidad que debemos incentivar y proteger porque es nuestro mayor patrimonio.

Es al Socorro, como territorio, que tenemos que cuidar.  Desde lo físico, lo biológico y lo humano. Preservar la naturaleza, la vida en todas sus formas y al ser humano por encima de cualquier diferencia.

Esta es la tarea. Ahí están los socorranos cuidando su entorno inmediato, su casa, su esquina, su barrio, su gente. Con altivez comunera, con el alma buena y la voluntad para ejercer la ciudadanía sin egoísmos, sin parcelas, sin personalismos.

P.S.2. Desde esta esquina de la sociedad civil invitamos al Concejo para que se modifique el Acuerdo n°. 021 de 1.994, que establece que el Concurso Nacional de la Canción Inédita José A. Morales se realice durante la tercera semana del mes de septiembre de cada año. Como el aniversario de muerte del poeta es el 22 de septiembre y no siempre coincide con la tercera semana del mes -como en este año-, la solicitud es que el Acuerdo diga expresamente que el evento coincidirá con la fecha de la conmemoración.

El patrimonio arquitectónico Socorrano

Con el lema de “Septiembre, mes del Patrimonio: Una oportunidad para reconocernos”, el Ministerio de Cultura de Colombia desarrolló una variada programación con el propósito de promover espacios de conocimiento, encuentro, reflexión y diálogo en torno a los valores culturales de la nación.

Es válido, en este contexto, preguntarse qué ha pasado con el acervo cultural del Socorro. No existe un Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) ni una Junta Local de Patrimonio (JLP) y no se conoce ningún plan de conservación. Sí se sabe que en los últimos 50 años se ha perdido aproximadamente el 50% de los monumentos históricos y que su deterioro se remonta a los años 40 del siglo pasado.

Es bueno que para la comprensión de la importancia de estos bienes se precisen conceptos que permitan identificarlos, reconocerlos y conservarlos.

El Ministerio de Cultura asume el patrimonio como expresión creativa de la existencia de un pueblo en el pasado remoto, en el pasado cercano y en el presente. En el mismo sentido, para la Unesco, es un legado que recibimos del pasado, que vivimos en el presente y que transmitimos a las generaciones futuras, lo que nos define como sujetos históricos que recibimos herencias materiales e inmateriales que reconfiguramos para ser lo que somos y para dejarlos a quienes nos sucedan.

Para Icomos (International Council on Monuments and Sites) el patrimonio arquitectónico se puede entender como un edificio, un conjunto de edificios o las ruinas de ellos, que con el paso del tiempo han adquirido un mayor valor al originalmente asignado y que va más allá del encargo inicial. Las obras que pueden considerarse en esta categoría, entonces, serán las que debido a múltiples razones no siempre de índole artística o técnica, se considera que sin ellas el entorno donde están ubicadas dejaría ser lo que es.

Con la finalidad de obtener la plena consideración del Socorro como pueblo patrimonio de Colombia y ciudad de turismo histórico, es necesario que los monumentos de origen colonial y republicano sean conservados, protegidos y salvaguardados, de acuerdo con las disposiciones legales y reglamentarias, lo cual no ha ocurrido con muchos de ellos.

Por las anteriores razones la Fundación Socorranos en Acción acude al Ministerio de Cultura para que se tenga presente nuestro deseo de colaborar en esta tarea. Es viva la disposición que tenemos para ser Vigías del Patrimonio Cultural, para participar en la creación de la JLP y para lograr el funcionamiento del PEMP.

Estamos dispuestos, como un organismo de la sociedad civil, a trabajar por el empoderamiento de los socorranos con su noble y muy leal villa para que se convierta en el futuro en el corazón que haga palpitar la tierra de Santander, y para que se recuerde por siempre que aquí nació la independencia y con ella la democracia colombiana.

El legado patrimonial que recibimos de los mayores constituye uno de nuestros más grandes tesoros. Tenemos el deber de conservarlo, protegerlo y salvaguardarlo, para entregarlo mejorado a las generaciones por venir.

La educación, paria de la inversión social

De los múltiples problemas de fondo que ha puesto de manifiesto la pandemia, hay uno que resulta particularmente cruel: los niños que asisten a las escuelas de los sectores rurales de nuestro país no tienen la posibilidad de formar parte de la virtualidad. La crisis ha puesto en evidencia la gravedad de la brecha digital.

Desde las instancias institucionales, llámese Ministerio de Educación, Ministerio de Salud, Gobernación, Secretaría de Educación y Alcaldía, se convoca a los estudiantes a retornar a clases bajo la modalidad de alternancia en medio de aforos limitados y protocolos. Pero la realidad en el departamento de Santander, y específicamente en nuestro querido Socorro, es que las sedes educativas no cuentan con la conectividad necesaria para tal fin y sus instalaciones locativas se encuentran en gran estado de abandono estatal, en cuanto a su infraestructura se refiere.

Es claro que no todos los niños cuentan con los medios tecnológicos, como lo da por sentado el Gobierno. El último censo nacional de 2018 mostró que el 52 por ciento de los hogares colombianos tenía internet y el 40 por ciento acceso a conexiones fijas. Según Iván Mantilla, Viceministro de Conectividad, la cobertura en las zonas rurales, es apenas de un 9.6 por ciento. La zozobra es considerable y lo único que se reciben son promesas en épocas electorales. Entonces, ¿para cuándo la inversión en educación?

El aprendizaje requiere un ambiente de trabajo digno. Dado que el mundo se transforma y las herramientas de trabajo cambian, es apenas justo que se pueda tener acceso a ellas. Hoy la educación está relegada a pesar de ser la base del desarrollo económico y social de un país. Esto es doloroso.

Como Fundación, nos conmueve que esta sea nuestra más inmediata realidad y nos aunamos a los constantes llamados que hacen los directivos educativos locales ante las instancias correspondientes para subsanar esta lamentable situación y podamos seguir sintiéndonos orgullosos de la ciudad estudiantil que históricamente hemos sido.

Nuestra patria chica ha sido cuna de personas ilustres que, en diversas áreas del saber, gracias a su formación, han hecho aportes significativos. Por ello, debemos ser partícipes del mundo que nos tocó vivir y asumir de manera comprometida este presente globalizado que estamos construyendo con las bondades que la tecnología nos aporta. De lo contrario, tendremos que cantar con José: “Y solo quedan las viejas ruinas de aquella escuela de Doña Inés”.

SEVIR PARA SER FELIZ

Hace ya veinte años un grupo de amigos se dedicó a buscar alternativas para el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de los habitantes del Socorro. Acaso sin darse cuenta, encontraron la fórmula de la felicidad: trabajar en equipo, ayudar a los demás, cuidar el medio ambiente y disfrutar de las pequeñas cosas.

El trabajo colaborativo permite eliminar la competencia para favorecer propósitos que benefician a todos, argumentar sin prevenciones a partir de la confianza y de la solidaridad, y sentir que se pueden controlar las situaciones en que se actúa. Ocuparse de quienes necesitan nuestro apoyo produce una sensación de bienestar que contribuye a tener una buena salud y una larga vida. Enfrentar juntos la amenaza de destrucción del medio ambiente significa, entre otras cosas, cambiar la mentalidad con respecto a las fuentes de las que adquieren los alimentos, es decir, cambiar para ser mejores. Disfrutar de un paseo por los pueblitos de Santander, saborear su comida típica, pasar el tiempo con la familia, conversar con los amigos y sentir la nostalgia de la Navidad y de los tiempos idos es recargar el cuerpo y el alma con una dosis de optimismo y de fe en el futuro.

Los Socorranos en Acción lo consiguieron. Saben también que, de acuerdo con Estanislao Zuleta, la felicidad no es un paraíso, ni una isla de la fortuna, ni un país de cucaña, ni un idilio eterno, ni un nido de amor. Que las relaciones humanas son perturbadoras, inquietantes, complejas. Que vivir solo tiene sentido si se asumen riesgos, si se lucha por superar las carencias, si se respeta la diferencia y se construye a partir de ella. Con el otro, con los otros.

Como es cierto que cuando las sociedades enfrentan grandes dificultades y momentos de crisis, eligen lo mejor de sus nuevas generaciones para resolver los problemas, un selecto número de jóvenes, profesionales exitosos y con la herencia del amor por la tierra, se suman a la Fundación para trabajar en la búsqueda de soluciones a los problemas de la ciudad y participar en la construcción del Socorro que soñamos.

Son 26 hombres y mujeres dispuestos, con la alegría y la fuerza de la juventud, a buscar puntos de encuentro con todos los sectores de la sociedad comunera, a construir a partir de la divergencia, con respeto, con alegría, con emoción. Formados en diferentes disciplinas científicas y con experiencia en la academia, la economía, el trabajo social, la tecnología y las ciencias de la salud, entre otras, es seguro que aportarán novedosas visiones de mundo y construirán de la mano con otros actores de la socorranidad, una sociedad más equitativa y, seguro, más feliz.

P.S. Dicen que una gran expansión del universo es la causa de que las estrellas se estén alejando y que, poco a poco, el cielo se esté quedando sin luz. Que somos los últimos testigos del espectáculo nocturno que inquieta a los poetas y a los niños, que asombra a los astrónomos y a los enamorados, que atrae a los exploradores de constelaciones zodiacales y a los buscadores del silencio y la eternidad.

Afortunados los socorranos que tenemos, por siempre, una lunita consentida colgada del cielo.

FUTURO

«Sangre que no se desborda, juventud que no se atreve, ni es sangre ni es juventud»

Miguel Herández

No es nuevo que se niegue a los jóvenes su derecho a participar en el desarrollo de las sociedades. Se cree que no están preparados para asumir grandes responsabilidades, que tienen que madurar, que la experiencia sólo la dan los años.

Fue apenas en los albores del siglo XX que se empezó a pensar en la adolescencia como una etapa de la vida diferente a la infancia y a la edad adulta y, a veces más, a veces menos, las nuevas generaciones de todas las latitudes vivieron tiempos de marginación y desconocimiento de sus potencialidades.

Por estas razones la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó a 1985 como el Año Internacional de la Juventud, con la intención de estimular su participación activa en la vida social y productiva de los países y en la construcción de la paz en un mundo marcado por la violencia y las crisis económicas e ideológicas. En 2010 agrega una nueva motivación, el diálogo y la comprensión mutua para reconocer que de la manera en que se afronten sus problemas, depende la subsistencia de las generaciones futuras.

En medio de las dificultades, es amplia la lista de colombianos exitosos: José Antonio Galán comandó la Insurrección Comunera a los 32 años. A los 27 Luis Carlos Galán fue ministro de educación y Gonzalo Arango fundó el Nadaísmo, junto a Eduardo Escobar que tenía 15. Silvia Rugeles fue alcaldesa del Socorro a los 24 y Herminio Barrera director de fotografía de la película Aura o las violetas a los 25.  A los 23 James Rodríguez fue goleador del mundial de Brasil, Porfirio Barba Jacob escribió Parábola del retorno y Rodrigo Lara Bonilla fue alcalde de Neiva. Egan Bernal ganó el Tour de Francia a los 22, María Mercedes Carranza dirigió la página literaria Vanguardia a los 20 y, tenía que ser, García Márquez escribió La Tercera Resignación a los 19.

Son sólo algunos ejemplos de lo que hacen, de lo que pueden hacer.

Las generaciones que nacieron con el nuevo siglo, acaso sin darse cuenta, comprendieron que terminaban los tiempos de la espera, que tenían la necesidad de descubrir el mundo y de cambiarlo. Y están diciendo, gritando, exigiendo que se les permita soñar un mundo nuevo en el que se pueda crear, como dice el poeta, “una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad”.

Pero necesitan que quienes manejan el mundo les permitan formarse, educarse, participar en procesos de transformación social, contribuir al desarrollo económico de sus comunidades, construir espacios de creación artística e identidad cultural y producir riqueza para un mundo más equitativo y justo.

La Fundación Socorranos en Acción invita a todos los actores de la vida social y económica de cada uno de los municipios de la provincia comunera, a los académicos, a los artistas, a los empresarios, a los gremios, a los administradores públicos, a los hombres y mujeres que hacen patria desempeñando sus labores diarias con honestidad y esfuerzo, a crear oportunidades ciertas para nuestra muchachada, a permitir que desarrollen proyectos de vida en sus pueblitos viejos, sin tener que emigrar a otros lugares a jugar con el albur del futuro.

Es necesario crear puestos de trabajo, ofrecer acceso real a la educación de calidad en todos los niveles, oír sus voces, respetar sus opiniones, luchar con ellos para transformar el mundo, para hacerlo más vivible, para hacerlo más feliz.

Juventud comunera: Desde esta esquina de la comunidad les ofrecemos nuestro apoyo para trabajar por su futuro. Somos un numeroso grupo de hombres y mujeres que, desde muchos lugares del mundo, estamos dispuestos a aportar nuestros saberes, nuestra experiencia y nuestro empeño para colaborar en la búsqueda de espacios ciertos de participación y desarrollo.  

¡Siempre cuentan con nosotros!

El Socorro: «pueblo patrimonio» en peligro

En el sector antiguo del municipio del Socorro, fundado en 1683, convergen atributos históricos, estéticos y simbólicos: su traza urbana y su arquitectura de origen colonial son el marco espacial en el que se asienta la memoria de un proceso cultural que identifica no solo a una región sino al país entero, y ha sido referente de acontecimientos tan influyentes en la formación de la nación como la Insurrección Comunera, la firma de la primera acta de independencia en el país, su participación en la creación del Estado-nación y el radicalismo.

El Socorro fue declarado en 1963 Monumento Nacional, y en 1997 pasó a reconocerse como un Bien de Interés Cultural (BIC) del ámbito nacional, cuya protección recae en la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, que reconoce la ausencia de una reglamentación clara para su manejo y protección, ya que se calcula que, entre la década del 80 del siglo pasado y el momento actual, el sector antiguo del Socorro ha perdido el 50 % de su patrimonio arquitectónico. Existen evidencias fotográficas de que el deterioro arquitectónico se viene presentando desde los años 40 del siglo XX.  

La Dirección de Patrimonio decidió entonces que era el momento de utilizar un instrumento del régimen especial de protección de los BIC, el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP).

Así las cosas, hace 5 años, en aplicación del principio de coordinación entre los ámbitos nacional, departamental y municipal, se suscribió un convenio interadministrativo para formular el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) en el municipio del Socorro, Santander, con el contrato de consultoría n.o 17060083 por valor de $576’060.000 y un plazo de 12 meses.

Como a la fecha de hoy el municipio de Socorro no ha entregado el mencionado PEMP, se presentaría tanto una situación de incumplimiento del compromiso contractual con la Gobernación, como un riesgo de sanción de la nación hacia el Municipio como responsable por las afectaciones al patrimonio, derivadas de la ausencia del mencionado plan y sobre todo una afectación a la comunidad,  ya que, como ha insistido la UNESCO  desde la convención de 1972 para la protección del patrimonio mundial y cultural, la desaparición del patrimonio empobrece a las poblaciones.

La Fundación Socorranos en Acción ha hecho seguimiento al tema con apoyo de la Sociedad Colombiana de Arquitectos Regional Santander desde 2019. El 2 de julio asistió a la socialización de la propuesta, y allí quedó, entre otros pendientes, la definición del polígono del área de influencia y mecanismos de recuperación y sostenibilidad de los bienes. La propuesta no fue aprobada por la administración municipal y en la nueva administración el contratista presentó en agosto de 2020 al CNPC el proyecto de delimitación del área de influencia, pero no fue aceptada porque no contenía todos los componentes que fija la ley.

La situación es muy compleja, pues algunos de los alcances y precisiones que se exigen hoy en virtud del Decreto 2358 de diciembre de 2019 no se tenían en cuenta en el convenio inicial de 2016, por lo que se hace necesaria una adición presupuestal.

En el campo de la contratación, cuando este tipo de contingencias ocurren, se debe estudiar la conveniencia de adicionar en tiempo y dinero el contrato inicial, o bien resolverlo y empezar un nuevo proceso y, de darse la segunda opción, podría efectuarse una nueva contratación o eventualmente el Ministerio de Cultura encargarse directamente de hacer el estudio. Como vemos, hay múltiples caminos, pero es preciso tomar decisiones.

Consideramos que, ante esta disyuntiva, con el proceso estancado,  cuadruplicado su plazo inicial y con el deterioro del centro histórico a la vista de los socorranos, es imperativo que, con el liderazgo de la señora alcaldesa, el Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de Patrimonio y la Secretaría de Cultura de Santander, se coordinen esfuerzos para detener la situación de riesgo en que se encuentra el patrimonio cultural del Socorro, para solicitar al supervisor del contrato un informe detallado de su estado, que permita elaborar un diagnóstico  en el que se evidencien los elementos, los pasos y los recursos faltantes para la conclusión y la adopción del citado plan, se tomen decisiones y se asuman compromisos que permitan elaborar una hoja de ruta en pro de sacar adelante tan importante empeño que desde la sociedad civil y los gremios estamos en disposición de acompañar.