Hace ya veinte años un grupo de amigos se dedicó a buscar alternativas para el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de los habitantes del Socorro. Acaso sin darse cuenta, encontraron la fórmula de la felicidad: trabajar en equipo, ayudar a los demás, cuidar el medio ambiente y disfrutar de las pequeñas cosas.
El trabajo colaborativo permite eliminar la competencia para favorecer propósitos que benefician a todos, argumentar sin prevenciones a partir de la confianza y de la solidaridad, y sentir que se pueden controlar las situaciones en que se actúa. Ocuparse de quienes necesitan nuestro apoyo produce una sensación de bienestar que contribuye a tener una buena salud y una larga vida. Enfrentar juntos la amenaza de destrucción del medio ambiente significa, entre otras cosas, cambiar la mentalidad con respecto a las fuentes de las que adquieren los alimentos, es decir, cambiar para ser mejores. Disfrutar de un paseo por los pueblitos de Santander, saborear su comida típica, pasar el tiempo con la familia, conversar con los amigos y sentir la nostalgia de la Navidad y de los tiempos idos es recargar el cuerpo y el alma con una dosis de optimismo y de fe en el futuro.
Los Socorranos en Acción lo consiguieron. Saben también que, de acuerdo con Estanislao Zuleta, la felicidad no es un paraíso, ni una isla de la fortuna, ni un país de cucaña, ni un idilio eterno, ni un nido de amor. Que las relaciones humanas son perturbadoras, inquietantes, complejas. Que vivir solo tiene sentido si se asumen riesgos, si se lucha por superar las carencias, si se respeta la diferencia y se construye a partir de ella. Con el otro, con los otros.
Como es cierto que cuando las sociedades enfrentan grandes dificultades y momentos de crisis, eligen lo mejor de sus nuevas generaciones para resolver los problemas, un selecto número de jóvenes, profesionales exitosos y con la herencia del amor por la tierra, se suman a la Fundación para trabajar en la búsqueda de soluciones a los problemas de la ciudad y participar en la construcción del Socorro que soñamos.
Son 26 hombres y mujeres dispuestos, con la alegría y la fuerza de la juventud, a buscar puntos de encuentro con todos los sectores de la sociedad comunera, a construir a partir de la divergencia, con respeto, con alegría, con emoción. Formados en diferentes disciplinas científicas y con experiencia en la academia, la economía, el trabajo social, la tecnología y las ciencias de la salud, entre otras, es seguro que aportarán novedosas visiones de mundo y construirán de la mano con otros actores de la socorranidad, una sociedad más equitativa y, seguro, más feliz.
P.S. Dicen que una gran expansión del universo es la causa de que las estrellas se estén alejando y que, poco a poco, el cielo se esté quedando sin luz. Que somos los últimos testigos del espectáculo nocturno que inquieta a los poetas y a los niños, que asombra a los astrónomos y a los enamorados, que atrae a los exploradores de constelaciones zodiacales y a los buscadores del silencio y la eternidad.
Afortunados los socorranos que tenemos, por siempre, una lunita consentida colgada del cielo.