«Sangre que no se desborda, juventud que no se atreve, ni es sangre ni es juventud»
Miguel Herández
No es nuevo que se niegue a los jóvenes su derecho a participar en el desarrollo de las sociedades. Se cree que no están preparados para asumir grandes responsabilidades, que tienen que madurar, que la experiencia sólo la dan los años.
Fue apenas en los albores del siglo XX que se empezó a pensar en la adolescencia como una etapa de la vida diferente a la infancia y a la edad adulta y, a veces más, a veces menos, las nuevas generaciones de todas las latitudes vivieron tiempos de marginación y desconocimiento de sus potencialidades.
Por estas razones la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó a 1985 como el Año Internacional de la Juventud, con la intención de estimular su participación activa en la vida social y productiva de los países y en la construcción de la paz en un mundo marcado por la violencia y las crisis económicas e ideológicas. En 2010 agrega una nueva motivación, el diálogo y la comprensión mutua para reconocer que de la manera en que se afronten sus problemas, depende la subsistencia de las generaciones futuras.
En medio de las dificultades, es amplia la lista de colombianos exitosos: José Antonio Galán comandó la Insurrección Comunera a los 32 años. A los 27 Luis Carlos Galán fue ministro de educación y Gonzalo Arango fundó el Nadaísmo, junto a Eduardo Escobar que tenía 15. Silvia Rugeles fue alcaldesa del Socorro a los 24 y Herminio Barrera director de fotografía de la película Aura o las violetas a los 25. A los 23 James Rodríguez fue goleador del mundial de Brasil, Porfirio Barba Jacob escribió Parábola del retorno y Rodrigo Lara Bonilla fue alcalde de Neiva. Egan Bernal ganó el Tour de Francia a los 22, María Mercedes Carranza dirigió la página literaria Vanguardia a los 20 y, tenía que ser, García Márquez escribió La Tercera Resignación a los 19.
Son sólo algunos ejemplos de lo que hacen, de lo que pueden hacer.
Las generaciones que nacieron con el nuevo siglo, acaso sin darse cuenta, comprendieron que terminaban los tiempos de la espera, que tenían la necesidad de descubrir el mundo y de cambiarlo. Y están diciendo, gritando, exigiendo que se les permita soñar un mundo nuevo en el que se pueda crear, como dice el poeta, “una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad”.
Pero necesitan que quienes manejan el mundo les permitan formarse, educarse, participar en procesos de transformación social, contribuir al desarrollo económico de sus comunidades, construir espacios de creación artística e identidad cultural y producir riqueza para un mundo más equitativo y justo.
La Fundación Socorranos en Acción invita a todos los actores de la vida social y económica de cada uno de los municipios de la provincia comunera, a los académicos, a los artistas, a los empresarios, a los gremios, a los administradores públicos, a los hombres y mujeres que hacen patria desempeñando sus labores diarias con honestidad y esfuerzo, a crear oportunidades ciertas para nuestra muchachada, a permitir que desarrollen proyectos de vida en sus pueblitos viejos, sin tener que emigrar a otros lugares a jugar con el albur del futuro.
Es necesario crear puestos de trabajo, ofrecer acceso real a la educación de calidad en todos los niveles, oír sus voces, respetar sus opiniones, luchar con ellos para transformar el mundo, para hacerlo más vivible, para hacerlo más feliz.
Juventud comunera: Desde esta esquina de la comunidad les ofrecemos nuestro apoyo para trabajar por su futuro. Somos un numeroso grupo de hombres y mujeres que, desde muchos lugares del mundo, estamos dispuestos a aportar nuestros saberes, nuestra experiencia y nuestro empeño para colaborar en la búsqueda de espacios ciertos de participación y desarrollo.